sábado, julio 6, 2024
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Espacio de artista: visita a la casa taller de Daniel García

Por Alicia Ovando

Hace años, cuando vivía y trabajaba en Madrid, siempre en el área de la cultura,
presencié, experimenté y valoré la sinergia positiva que produce la interacción del
trabajo conjunto y la colaboración entre el ámbito público y el privado.
El viernes 24 de noviembre presencié esa unión entre ambas esferas, en Rosario, y
fue en el cierre del “76 Salón Nacional de Rosario”.

La Fundación Medifé junto a
otras empresas auspician desde hace algunos años este relevante Salón de la
actividad plástica de la Argentina. El día del cierre de esa colaboración, el de la
premiación, pude observar ese círculo virtuoso de colaboraciones entre una
Fundación que une la salud y el arte, con uno de los grandes museos de nuestro
país.


Ese día, acompañé a la gerente general de la fundación Daniela Gutiérrez, a su
equipo y a un grupo de periodistas de medios de comunicación de Buenos Aires en
su estadía en la ciudad. Dentro del programa previsto para ese día, la Fundación
organizó una visita a la Casa Taller de Daniel García, un artista rosarino que quería
ser escritor y sin embargo encontró en el dibujo y los colores su forma de contar el
mundo o al menos “su” mirada del mundo. Ingresar en el espacio íntimo de creación
de un artista no suele ser una tarea fácil, Daniel lo hizo fácil, nos recibió con alegría
y hospitalidad. Todas, invadimos por tres cuarto de hora su mundo, su espacio, ese
ámbito donde se produce la alquimia que traduce un pensamiento, una emoción en
una obra de arte. En las paredes de esa casa taller, además de cuadros hay
bibliotecas repletas de libros, de arte, de narrativa, de ensayo, de psicoanálisis; es
un espacio reflejo de un hombre en búsqueda de respuestas.

En el arte, esa
búsqueda, suele ser de por vida, la respuesta nunca llega, sin embargo, en el
camino, los artistas, nos dejan testimonios que reflejan un pensamiento, un sentir y
se transforman en testimonio de una época. Mucha de la obra de Daniel es brutal,
no solo por su tamaño sino por su temática. Siempre que uno expone su mirada a
una obra de arte original siente ese “aura” incomparable, del que hablaba Walter
Benjamin y que solo desprenden las obras originales. Ese halo de misterio, ese eco
de la creación original. Daniel lo logra, sus obras transmiten y hablan de su mundo,
ese mundo que con tanta generosidad nos mostró y compartió en una tarde que
queda en la memoria de las que allí estábamos.

Las fotografías que acompañan

este texto, pretenden dar cuenta de esa visita, al menos es “mi” mirada sobre “su”
mundo. Gracias Fundación Medifé por su tarea de acercamiento al arte, ese espacio
de creación y comunicación del ser humano que es casi el último de los refugios.

Por Alicia Ovando

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