sábado, julio 6, 2024
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Festival Borges: por qué Claudia Piñeiro se ofendió “de una manera atroz” la primera vez que vio al escritor

La autora de “Tuya” y “Elena sabe” habló sobre la mala primera impresión que Borges le causó al tildar de “orilleros” a los habitantes de la localidad en la que nació. Además, cómo se terminó amigando gracias a la lectura.

Borges es el gran escritor del siglo XX porque primero fue un gran lector. Su obra tiene una relación directa con la lectura. Es el escritor de la reescritura, aquel que podía encontrar los lazos invisibles entre Las mil y una noches y La Divina Comedia, aquel que podía corregir a los clásicos, citarlos con irreverencia y actualizarlos en las orillas de Buenos Aires. Borges fue escritor porque antes fue lector. Pero ¿no debería ser así con todos los que escriben?

Ayer, Claudia Piñeiro estuvo invitada a participar en una entrevista en el marco del Festival Borges en donde habló de cómo fue —y es— su camino de lectura, y de cuánto intervino Borges en ese recorrido. El encuentro, que fue virtual y pudo seguirse por el canal de YouTube del festival, estuvo moderado por Marisol Alonso. Fue una buena elección convocarla a Piñeiro, porque, además de escritora bestseller y multipremiada, es una lectora que se entrega con dedicación y, más aún, con pasión.

La charla, entonces, fluyó en torno a Borges, pero fue mucho más allá: aparecieron nombres y recomendaciones para leer a Guillermo SaccomannoSamanta SchweblinHernán RonsinoFederico Jeanmarie, también a Lina MeruaneEmmanuel Carrere, un largo etcétera. “Trato de leer lo máximo que puedo”, dijo casi al final; una frase que, a la vez que da cuenta del placer interminable de la lectura, habla de la sensación de estar perdiéndose algo. La vida es tan corta y los libros son tantos.

Claudia Piñeiro: “Un día Borges vino a hablar en el salón que quedaba al lado de mi colegio y fui a verlo y mi papá, que era comunista, puso cara como diciendo qué vas a ir a ver a ese gorila”. Claudia Piñeiro: “Un día Borges vino a hablar en el salón que quedaba al lado de mi colegio y fui a verlo y mi papá, que era comunista, puso cara como diciendo qué vas a ir a ver a ese gorila”.

“Las ganas de escribir estuvieron siempre”, dijo Piñeiro al recordar sus primeras lecturas, que si no la empujaron a escribir, sí le mostraron por dónde ir. Recordó también que, en su infancia, por la situación económica de la familia, ella no tenía muchos libros en casa, por lo que varias veces tenía que releer lo que tenía a mano. Pero su biblioteca personal crecía al ritmo de los pedidos escolares. Sabía que cada vez que llegaba el pedido de la maestra era una oportunidad para descubrir un autor. Un año le encargaron Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez, lo que le despertó un sentimiento de frustración y bronca por un libro que no era para ella. Pero cuando lo empezó, todo el prejuicio inicial había desaparecido. “Yo era ese náufrago”, dijo.

García Márquez y Cortázar estuvieron en aquellas lecturas, lo mismo que Borges con “Las ruinas circulares” y “El Aleph”. Pero el vínculo más fuerte de aquellos años con él no estuvo en los libros sino en su biografía. Borges solía veranear en Adrogué y Piñeiro, que es de Burzaco, sentía que compartía una cierta hermandad de vecinos.

“Un día Borges vino a hablar en el salón que quedaba al lado de mi colegio y fui a verlo”, contó, “y mi papá, que era comunista, puso cara como diciendo qué vas a ir a ver a ese gorila”. Ella fue de todas formas y, cuando llegó al salón, habían puesto unas sillas de plástico, que no alcanzaban para todos, por lo que se sentó en el piso, adelante, muy cerca del escenario. Borges empezó a hablar de la zona, y dijo que Adrogué era un lugar de gente bien mientras que Burzaco era de orilleros. “Me ofendí de una manera atroz”, dijo, “quería irme, pero no podía, estaba muy adelante, me daba vergüenza pararme. Con el tiempo, leyendo y estudiando sobre él me di cuenta de que para él tenía un valor ser orillero”.

“¿Cómo te amigaste?”, le preguntó Alonso. La respuesta no podía ser otra: a través de la lectura. Los cuentos de Borges, dijo Piñeiro, muestran una inteligencia que puede llegar a emocionar a quien los lee.

Claudia Piñeiro: "Con el tiempo, leyendo y estudiando sobre él me di cuenta de que para Borges tenía un valor ser orillero”. (Gustavo Gavotti)Claudia Piñeiro: «Con el tiempo, leyendo y estudiando sobre él me di cuenta de que para Borges tenía un valor ser orillero”. (Gustavo Gavotti)

Conversaciones en el laberinto

En 2016, Claudia Piñeiro fue la host de un ciclo de Canal Encuentro dedicado a Borges. Desde el laberinto que se construyó en honor a él en la finca Los Álamos de San Rafael (Mendoza), la escritora habló con importantes referentes en la vida y obra del autor de “El Aleph”. Por allí pasaron, entre otros, Martín KohanGuillermo MartínVlady KociancichGonzalo Aguilar, el actual director de la Biblioteca Nacional Juan Sasturain y la recordada Liliana Bodoc.

“Aprendí muchísimo de esas conversaciones”, dijo Piñeiro. “Una de las cosas que me di cuenta hablando con Gonzalo Aguilar y la relación entre Borges y el cine, fue que él fue ciego durante mucho tiempo. Uno puede pensar que fue al final de su vida, pero vivió con la ceguera durante muchos años”.

En el cierre y luego de intercambiar algunas palabras con el público, que dejaba sus comentarios en YouTube, Piñeiro dijo por qué cree que Borges es un clásico: “Son textos que no envejecen. Sus libros atraviesan las generaciones y siguen vivos”.

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