sábado, octubre 5, 2024
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Darío Sztajnszrajber da clases de filosofía en el Konex

  • A partir del 6 de agosto, a las 19, y a lo largo de cuatro martes consecutivos, dictará el curso «Filosofía en 4 frases», en la Ciudad Cultural Konex.
  • Marx, Nietszche, Heidegger y el Mayo Francés, los temas de la currícula.

Tal vez ya no se pueda volver al antiguo e ilustre ágora ateniense, pero Darío Sztajnszrajber sabe que la filosofía arde mejor fuera de los límites sacralizados de la enseñanza formal y, por eso, ha desarrollado el hábito de dar algunos de sus cursos en espacios teatrales. De tal forma que, a partir del 6 de agosto, a las 19, y a lo largo de cuatro martes consecutivos, dictará su curso Filosofía en 4 frases, en la Ciudad Cultural Konex. El disparador de estos encuentros presenciales lo encarnan cuatro apotegmas que, atemporales, persisten en el imaginario colectivo con una actualidad singular e inquietante; tres pertenecen al corpus de filósofos eminentes como Karl Marx, Martin Heidegger y Friedrich Nietzsche, mientras que el restante es la frase que algún ignoto joven iracundo estampó en los muros parisinos durante las revueltas del Mayo Francés de 1968.

El fixture es el siguiente: el 6 de agosto se parte de “Todo lo sólido se desvanece en el aire” (Marx); el 13 de agosto la consigna convocante es “No hay hechos, sólo interpretaciones” (Nietzsche); el 20 de agosto la clase se desplegará en torno a “Solo un dios puede aún salvarnos” (Heidegger) y, finalmente, a modo de cierre, el 27 de agosto será el turno de “Seamos realistas, pidamos lo imposible” (Mayo francés). Para hablar de esta nueva propuesta, revista Ñ charló con el autor de Filosofía a martillazos y El amor es imposible.

–¿Qué similitudes y qué diferencias surgen a la hora de articular una clase de filosofía dentro de un formato teatral comparado con dictar los mismos contenidos en un espacio académico?

–El espacio académico en relación a la filosofía es esencialmente heterogéneo: una cosa es una clase en la carrera de Filosofía dirigida a estudiantes de filosofía, y otra cosa es la materia filosofía en el secundario donde se trata de despertar interés en las grandes cuestiones existenciales, o desacomodar ciertos arraigues de nuestro sentido común, o simplemente inspirar a la lectura de un texto. Un curso de introducción a la filosofía está más cerca de esto.

Cuando se da clases de filosofía a estudiantes que no son de filosofía el objetivo es invitar a otro lenguaje, a otras formas de la pregunta, a la reflexión sobre temáticas intempestivas, a cuestionar los bordes que desde su opacidad conforman la estabilidad de cualquier saber. ¿Qué otras perspectivas me abre introducirme a la filosofía? ¿Cómo se reconfiguran mis certezas previas en la problematización que proponen las preguntas filosóficas? Busca, de algún modo, cierta desestabilización, un estremecimiento, un mínimo tembladeral que me haga volver sobre mí mismo en un ejercicio de cuestionamiento permanente.

En ese sentido, comparte algo de la intención teatral: hay un intento de desacomodamiento un poco catártico. Los temas existenciales que plantea la filosofía, si uno está dispuesto a abrirse a ellos, nunca nos dejan indemnes, ya que nos llevan a cuestionar el fondo mismo de nuestra experiencia del mundo: ¿para qué?, ¿por qué?, ¿por qué así?

–Para abordar temas como lo real, el poder, el amor, la otredad (que son algunos de los tópicos que configuran este ciclo) hay disponible un corpus filosófico inabarcable. ¿Qué encontrás en los tres autores seleccionados para dar forma a Filosofía en 4 frases como para que estos prevalezcan por sobre muchos otros pensadores relevantes de la historia de la filosofía?

–Toda selección es arbitraria, obviamente, ya que el mundo antes que nada es mundo porque es finito. La finitud nos coloca en ese doble movimiento donde podemos elegir sobre un trasfondo no elegido que nos va constituyendo. Ese trasfondo por un lado son las lecturas previas que muchas veces resultan contingentes (recuerdo mi primer contacto con los textos de Heidegger porque por una cuestión de horario me anoté a una comisión de prácticos y no a otra donde se leía Sartre), pero también ciertos problemas filosóficos que resultan convocantes para pensarnos hoy desde ese lugar de desacomodamiento existencial que propone la filosofía, y que va resignificando ciertas lecturas.

La frase de Marx “Todo lo sólido se desvanece en el aire» no dice lo mismo hoy que en tiempos de la Revolución Industrial, donde los monumentos de lo sólido aún permanecían en pie. De hecho, el texto continúa “todo lo sagrado se profana” y me resulta muy interesante repensar esa línea a la luz de las nuevas idolatrías.

–¿Cuál es la dinámica de estos encuentros con el pensamiento filosófico?

–No se trata de autores sino de frases. Y de hecho, en algunas clases se puntualiza más en el autor, pero en otras se deja que la frase vaya dialogando con otras ideas mucho más allá de lo que se supone que el autor quiso decir. En el curso que dimos en mayo de este año con otras cuatro frases, por ejemplo, a partir de la frase de Heráclito “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”, excedimos la discusión propia de la filosofía antigua y nos preguntamos sobre el cambio incesante en su relación con la cuestión de las identidades.

Un poco la propuesta del curso tiende a las dos cosas: comprender la frase en su contexto y, a la vez, pensar la frase más allá de sí misma. Creo que partir de frases filosóficas reconocidas permite visualizar la tarea de la filosofía que va desarticulando sentidos que parecen cerrados y convincentes. Las frases intentan ser como mechas que van encendiendo asociaciones, polémicas, pero sobre todo son una excusa para la experiencia de la misma práctica filosófica.

–¿Hay un hilo conductor que enlace a los autores elegidos para cada una de las clases?

–El título del curso juega con esa ambigüedad. Pueden ser cuatro frases elegidas arbitrariamente, o puede ser el intento de explicar algo así como alguna de las estructuras nodales a partir de la sucesión de estas cuatro frases. Si así fuera, podríamos pensar que si la descripción de Marx de que “todo lo sólido se desvanece en el aire” nos resultase algo convincente para comprendernos en la experiencia de nuestros tiempos modernos, entonces sería posible problematizar la relación entre lo real y lo aparente a partir de la frase póstuma de Nietzsche “no hay hechos, solo interpretaciones”.

Para ciertas miradas, la difuminación de las fronteras entre los hechos y sus posibles versiones nos arrojaría a un mundo sin sentido del cual podríamos quizás leer con Heidegger que “solo un dios puede aún salvarnos”. Pero apelar a la divinidad nos conecta con la cuestión de lo imposible, algo que queda de manifiesto en la frase del Mayo francés “seamos realistas, pidamos lo imposible”. ¿De qué se trata esa demanda? ¿Por qué pedir lo que no puede acontecer? De alguna manera podemos leer algo parecido en esa idea de que la filosofía busca un saber que sabe que nunca termina de alcanzar.

–¿Cómo explicás que tu labor (televisiva, radial, editorial y teatral) genere un interés masivo cuando una disciplina como la filosofía ha sido, tradicionalmente, un asunto de minorías o incluso de cierta élite intelectual?

–Creo que algo de eso fue cambiando a partir de la creación de Canal Encuentro. Los programas de las seis temporadas de Mentira la verdad comenzaron a utilizarse rápidamente en el aula, y creo que sirvieron de catalizadores para recuperar algo de la vocación originaria de la filosofía. También, con una nueva generación de docentes, fue transformándose la idea de que la materia filosofía del secundario o era un embole o era algo demasiado lejano a nuestras preocupaciones cotidianas.

Los programas de Mentira la verdad apostaron a vislumbrar las preguntas existenciales en el medio de nuestra cotidianeidad, en un cumpleaños, en un bar, en un supermercado o en un colectivo. Cuando empezamos a hacer los diferentes espectáculos de divulgación filosófica fueron los chicos los que traían a sus padres, y después salían juntos debatiendo los temas. La filosofía se vuelve algo alejado cuando creemos que se preocupa por las cuestiones del “más allá”.

Tal vez se trate de pensarla más como una preocupación por el “más acá”, como un modo de conectarnos más con las cosas. Recuerdo un texto de Richard Rorty donde discutiendo el propósito de la filosofía polemiza con la idea de que hacer filosofía es rascarse donde no pica. Creo que la filosofía todavía convoca justamente por eso, porque intenta crear una diferencia por fuera de lo instituido.

*Filosofía en 4 frases se presenta desde el 6 de agosto durante cuatro martes consecutivos, a las 19, en el Konex, Sarmiento 3131.

Sztajnszrajber Básico

  • Buenos Aires, 1968. Es licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Como divulgador, ha llevado el pensamiento filosófico a la televisión con el programa Mentira la verdad, en Canal Encuentro, y a la radio con Demasiado humano, en Futurock. También, con los espectáculos Desencajados y Salir de la caverna.
  • Actualmente, coprotagoniza con la periodista Soledad Barruti (también su pareja) el espectáculo Recital de mitos.
  • Ha sido docente en todos los niveles educativos, con más de dos décadas de labor en las escuelas secundarias. Es profesor en el CBC de la UBA y autor de ¿Para qué sirve la filosofía?Filosofía en 11 frases y El amor es imposible, entre otros títulos.

Fuente: https://www.clarin.com/revista-n/aula-escenario-dario-sztajnszrajber-da-clases-filosofia-konex_0_Owtpqig9aX.html

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