Karim Makarius recorre su trayectoria en el Palacio Libertad
Una retrospectiva del artista que muestra su visión del arte como acto de supervivencia.El sexo, la enfermedad y la muerte son los motivos recurrentes de El poder del querer.
Sobrevivir es un acto de voluntad. Para el artista Karim Makarius, esa fuerza irreductible es el hilo invisible que atraviesa toda su obra. En El poder del querer, la retrospectiva curada por María Laura Veronesi que presenta en la Sala 702 del Palacio Libertad, el artista despliega un universo con un estilo muy personal. En una explosión de colores vibrantes y composiciones enigmáticas –en un camino entre la geometría y la figuración con ciertos guiños cubistas, de Picasso a Paul Klee–, el sexo, la enfermedad y la muerte no solo son temas recurrentes, sino experiencias vividas en carne propia.
Desde acrílicos recientes creados entre 2018 y 2025, hasta grabados y documentación que abarca más de cinco décadas (1970-2018), la muestra es un testimonio íntimo de una vida marcada por la resistencia y el deseo de crear.«La pandemia», retratada en esta pintura, se convirtió en personaje de Makarius.
En palabras del artista, hijo del maestro de la fotografía Sameer Makarius, emigrado a la Argentina en 1953, el título de la muestra está ligado a su experiencia personal.
“Yo me considero un sobreviviente. Si mis padres no hubieran sobrevivido a la Segunda Guerra, no estaría aquí”, afirma en diálogo con Ñ. De origen judío, su madre y su familia vivieron la ocupación nazi en Budapest. La historia de Erna Weisz, una amiga cercana que logró escapar de Auschwitz tras presenciar el asesinato de su esposo e hijos, es un eco constante en su memoria. Este espíritu de resistencia también se manifiesta en la propia lucha del artista contra el cáncer y el covid-19. “Mis médicos se murieron, y yo sigo vivo”, manifiesta con una mezcla de humor irónico y afirmación vital.«La mezquita de Alabastro», de Karim Makarius.
La muestra se estructura en tres salas, cada una con una temática definida. A la derecha, una sala pequeña con luces bajas está dedicada a la muerte. Inspirado por el Día de los Muertos en México, Makarius plasma una visión poética, donde no existe la sensación de tragedia ni de pérdida, sino mas bien donde prevalece un clima festivo con graciosas calacas y colores alegres, típicos de la celebración.
Otra sala explora la sexualidad como pulsión vital, donde el erotismo se entrelaza con lo vulnerable y lo efímero. Entre las piezas destaca “El Infierno”, un cuadro marcado por una tragedia personal: la muerte de una expareja en Perú, quien falleció tras un ataque de epilepsia y cuyo cuerpo aparece tirado en el piso.«La última orgía», de Karim Makarius.
En la sala central de la exposición, dos alfombras tejidas a partir de diseños del propio Makarius dialogan con el acrílico en blanco y negro “El Obelisco y su gente”, inspirado en la tapa del libro «Buenos Aires y su gente», que retrata parte del obelisco fotografiado por su padre en la década del ´60. Se destacan dos grabados realizados en 14 tiempos de aguatintas y gofrados, que exhiben la maestría de Makarius, formado en la técnica de grabado con Alfredo de Vicenzo y Margarita Galetar y los dos únicos cuadros abstractos de la exposición.
La documentación histórica también ocupa un lugar destacado. Dos vitrinas exhiben catálogos del Museo de Arte Moderno. Objetos que contextualizan la producción de un artista que durante los últimos 15 años cumplió el rol de gestor del legado de su padre.Lo que se busca se encuentra, lo que se descuida se pierde. Aristóteles.
Makarius inició su carrera en 1973 con una exposición organizada por Rafael Squirru, fundador del Museo de Arte Moderno. En 1976, Guillermo Whitelow, entonces director del Moderno, lo invitó a presentar 50 obras que luego itineraron por el Museo Genaro Pérez de Córdoba y el Museo Castagnino de Rosario. Desde entonces, ha realizado numerosas exposiciones individuales y obtenido premios nacionales e internacionales, consolidando una obra que transita entre lo abstracto y lo figurativo con una impronta personal.
A lo largo de su trayectoria, Makarius ha explorado la tensión entre lo poético y lo visceral. Sus acrílicos recientes –creados entre 2018 y 2025– reflejan esta dualidad.
La experiencia del covid está presente en distintas formas, casi como si fuera un conjuro contra la muerte. El símbolo se repite en forma infinita en fondos de cuadros y en títulos de obra tan significativos y difíciles de olvidar como “la Sputnik y la Moderna se enfrentan para el COVID MU”. Las formas no buscan enfatizar la tragedia, sino resignificarla con una dosis de sarcasmo y humor.El triángulo santificado que encierra al nefasto y rancio Covid-19.
“No hay una sensación de tragedia, depende de cómo lo mires. Tengo humor irónico, y eso está presente en mi obra”, concluye el artista. Esta visión, que exhibe la capacidad de reinventarse, se percibe a lo largo de toda la muestra.
Más allá de una antología artística, El poder del querer es también un testimonio de vida. Un viaje de exploración y transformación. El sexo, como expresión de la vitalidad y el deseo; la enfermedad, como confrontación con la vulnerabilidad; y la muerte, como un misterio inevitable, se entrelazan en un recorrido que invita a reflexionar sobre la propia existencia.
En este juego de tensiones, Makarius no solo reafirma su supervivencia, sino también su apuesta por el arte como un acto de voluntad y resistencia.
El poder del querer, de Karim Makarius. 1984-2025, retrospectiva artística se puede visitar de miércoles a domingos, de 14 a 20 en la Sala 702 del Placio Libertad, Sarmiento 151. Hasta el 29 de junio.